Sergi Rodríguez celebra una acción del juego, en un momento del partido. (AFP)
- Felipe Reyes, héroe blanco con 11 puntos en el último cuarto
- La superioridad de Ante Tomic en el poste (34 de valoración) bien pudo costarle al Real Madrid la clasificación
- El conjunto blanco disputará la final de la Euroliga 18 años después y repetirá el rival de aquella edición: el Olympiacos de El Pireo
Ni Rudy Fernández ni Jaycee Carroll ni Nikola Mirotic. 11 de los 26 puntos del Real Madrid en el último cuarto fueron de Felipe Reyes. 'Espartaco', que le llamaba Andrés Montes, el capitán, el ejemplo de actitud y de trabajo se convirtió en cisne, mutó en superhéroe y llevó al Real Madrid en volandas ante el Barcelona Regal, directo a la final de la Euroliga 18 años después. Como si fuera Arvydas Sabonis en París-Bercy en aquella final de 1995, la misma que se repetirá ante Olympiacos también en este 2013.
Hablar de sacrificio o capacidad de trabajo es pensar en Felipe Reyes, colocarle a la altura de los Gasol, Navarro, Rudy y compañía en igualdad de condiciones cuando incluso él mismo sabe que su talento no está en esas cotas, que lo suyo es otra cosa. Indefinible, esos intangibles que tanto se alabaron en la figura deCarlos Jiménez y de los que él es heredero único. Los que ha evidenciado durante toda su carrera, los que le han hecho grande. Los que le han dado al Real Madrid la oportunidad de volver a pelear por un título continental.
Sus 22 puntos de valoración (17 puntos, 5 rebotes, 1 robo, 1 asistencia y 6 faltas recibidas) no pueden enseñar lo que el cordobés fue en el encuentro. Fue un salvavidas, un asidero, una tabla en el océano para un Real Madrid abocado al más absoluto desastre. No porque Rudy, Carroll o Mirotic desaparecieron tras el primer cuarto. Ni siquiera porque la supuesta superioridad interior por las ausencias/lesiones de Jawai y Wallace fuera un invento queAnte Tomic desmontó desde el minuto uno. Ni si quiera porque Navarro enseñó los dientes.
El desastre hubiera sido perder porque, a pesar de todo eso, incluso a pesar de ceder por siete en el primer cuarto (18-11, minuto 10) o por ocho ya en el último (58-50, minuto 32), la sensación fue siempre favorable al conjunto de Pablo Laso. Favorable porque a pesar de que Rudy, Carroll y Mirotic no hicieron acto de presencia, Sergio Rodríguez tomó el testigo de todos ellos. Favorable porque Sergio Llull se contagió del ritmo isleño a base de triples. Pero, sobre todo, favorable porque Felipe Reyeses Felipe Reyes.
El base canario enderezó el rumbo, revolucionó el partido en el segundo acto y puso a su tocayo Llull en ebullición. Entre la dirección del Chacho y la sexta velocidad del menorquín (tres triples casi consecutivos, 11 puntos en ese parcial), aquella creciente diferencia de siete puntos no sólo desapareció sino que, por arte de magia, se convirtió en seis puntos a favor de los madridistas en el marcador. Una renta con la que ambos tocayos especularon durante el tercer cuarto, a la espera de mejores momentos, y eso que se hicieron esperar.
Mientras el Real Madrid peleaba con sus fantasmas, el Barcelona lo hacía con los suyos propios. Navarro se calentó muy pronto y también se evaporó del encuentro con prontitud. Tomic acabó pidiendo la hora cuando los relevos de Jawai, Wallace y Todorovic no llegaron ni a la suela del zapato de su rendimiento. Abrines no apareció por el O2 Arena, Ingles no es Pete Mickeal y Marcelinhono puede asumir la producción ofensiva de medio equipo. Y con todo, lo tuvo en su mano.
Cuatro puntos consecutivos de Sarunas Jasikavicius, los que ponían el 58-50, parecieron una losa. Fue el único momento del encuentro en que el Real Madrid perdió la superioridad que confiere el optimismo. Estaba en su mano. Por mucho que Lorbek no estuviera o Sada no llegase a los ocho minutos en pista. El Barça lo tuvo por Tomic, porque el croata, más que ultramotivado ante sus ex, fue el mejor del encuentro, una pesadilla bajo los aros de principio a fin (18 puntos, 12 rebotes, 34 de valoración). Uno contra el mundo, contra la horma de su zapato, contra un Felipe Reyes omnipotente y todopoderoso que, por un día, fue el superhéroe.